Creo que he leido el mundo, y me suena muy familiar a pesar de que aquellos autores hayan vivido mil años antes que yo, o que su contexto social y cultural difiera tanto del mio; sin embargo, alguien muy querido me dijo una verdad reveladora: la verdad no está en los libros aunque ellos nos iluminen el camino, será por eso que todos sus pensamientos son verdades a medias para mi, porque aunque sé que hablan de lo mismo que yo me pregunto, es su forma única y maravillosa de plasmar su mundo la que logra cerrar aquel abismo inexcrutable de la existencia... el problema como siempre sigo siendo Yo... y mi pregunta por mí misma.

No podré encontrarme lejos de las calles trasitadas y caóticas de la Bogotá donde he vivido toda mi vida, de los grandes contrastres que evidencio en la mirada alegre y esperanzada de su gente y en la realidad cruda y aplastante que llevan en su piel y sus espaldas. En la continua búsqueda de una identidad perdida desde siempre y simulada por arquetipos extanjeros y siempre errantes, al tiempo que en la manera única y eufórica con que compartimos esta energia de vivir la vida a plenitud de nuestras posibilidades...

No puedo explicarme sin pensar en un pasado violento e instintivo con que se forjo mi entorno; sin esa irracional y pasional forma de asumir la realidad cruda y mágica al mismo tiempo, sin recurrir a aquellas canciones que evidencian la sabiduria de un pueblo que como dijo un historiador se conformó como una "nación a pesar de sí misma", y que me ha brindado una postura privilegiada de ver el mundo y de ver la vida, como un camino lleno de enseñanzas que no pueden estar en los libros como en la experiencia de los años y de un pueblo, que no puede caer en el olvido pretendido por muchos y sí en la conciencia del sufrimiento fortalecedor ajeno y siempre mío; en el entendimiento que "¡el dolor y la alegría son la esencia permanente de la vida!"...

Penar en mi será pues, como siempre lo he querido, poder salirme de mi para conociendo a los otros regresar a mí misma con la seguridad de mi diferencia; será al mismo tiempo, interarme tanto en mí que pueda encontrar en mi interior aquello que me hace igual que los otros... será seguirme preguntando día trás día cual es el sentido de mi pequeña existencia y de este gran país.

Por qué sera que el mundo suena tan gastado algunas veces? si mis ojos inexpertos desconocen la verdad de lo que me rodea, si el mundo que he constuído se reduce a lo que he aprendido... las palabras vienen gastadas hoy, cuando quisiera entender realmente qué es lo que busco de mi vida, qué es aquello que me mueve a levantarme todos los días y pensar que vale la pena luchar... pero contra quien o por qué?, eternas preguntas que rondan mi cabeza tan confusa e incansable. Quisiera contarle al mundo lo que soy, aquello que siento tan profundo y vívido, aquella certeza de que esta es la oportunidad de la existencia, la oportunidad de la felicidad, la oportunidad de la belleza verdadera y no simplemente de lo visible, sino de lo oculto, de lo inefable y de la esencia colectiva. Siento el pulso del mundo en mis manos, un mundo irrepetiblemente rápido y voraz, un mundo mecánico y superfluo donde todavía palpitan corazones sensibles y desprevenidos; donde cada cual busca algo para sí pero en el fondo todos buscamos lo mismo... aquello por lo cual sea válida la existencia, aquello que nos permita inmortalizar nuestra presencia en este mundo, aquello que nos permita dejar nuestra eterna e inmensa soledad para lograr expresarnos y ser en el otro. Pero nuevamente se hace claro para mi que las verdades del mundo han sido reveladas desde mil años atrás, que el mundo no ha cambiado, más bien se ha desvanecido en las respuestas fugaces y materiales que nos hemos inventado para tratar en vano de manejarlo y controlarlo. Quisiera encontrar un rastro real de humanidad, pero no desde la mirada utópica e idealista de la modernidad, sino en la esencia innegable de nuestra condición de seres sensibles... pero me desgasta la conciencia de que cada vez parecemos más lejanos a ese entendimiento, que cada día hay más máscaras y fantasmas que construyen nuestro entorno y realidad, que nuestro afán desmedido por la inmortalidad y el miedo a la muerte y finitud nos ha llevado a eternizar lo más efímero de nuestra exitencia; nuestro cuerpo y lo material que representa. La obsesión ridícula por la eterna juventud y la perfección corpórea que abandera lo visible, lo presente y "pertinente", que adjudica la valía del ser en el tener (parecer) y deja de lado la pretendida dignidad humana al volver al hombre mismo un medio y no un fin... La conciencia de la pérdida del tiempo, no en la magnitud de su pretendida inmovilidad material, sino en el desperdicio del mismo en pro de ilusiones irrealizables y claramente ajenas a nosotros mismos, en el ser para el otro y por el otro desde el supuesto de lo que el otro desea y que esconde lo que en realidad todos los seres humanos hemos buscado desde siempre; aquella plenitud que solo puede alcanzarse cuando logramos ver más allá de lo visible, cuando algo inexplicable y milagroso sucede y sentimos que no estamos solos, que somos todos y uno solo en esta vida que nadie nos explicó como vivirla, en las palabras gastadas que hemos oído mil veces pero que en contadas ocaciones podemos sentirlas nuevas y llenas de significados que la superan... en la eternidad de nuestro ser en el mundo sin respuestas.

La pregunta sigue abierta, me asalta en cada instante recordandome que soy yo la que debo darle sentido, que toda la vida es solo una prueba de sí mismo y del carácter que adquiere el ser a través de sus decisiones, pues lo más dificil de la vida es tomar el control y actuar en consecuencia con lo que desea proyectar. Toda mi seguridad se desvanece ante mis ojos inexpertos y curiosos, trato de encontrar respuestas en pensamientos, sentimientos, imágenes, sensaciones, percepciones de esta realidad que construyo continuamente y que me reduce a la imposibilidad de mi pretendida trascendencia. Los pensamientos en mi mente se agolpan y me sobrepasan, si tan solo pudiera detener el tiempo, observarlo, contemplarlo y plasmarlo en las palabras que tantas veces he oído pero que se escurren en un devenir imperceptible. Quien quiero ser, qué he sido, qué seré en realidad... una colcha de retazos del mundo que me toco vivir, aquel que me conforma y me da sentido, aquel que abre sus brazos a mi ser voyerista e inquisitivo...

Definitivamente es más facil hablar de los otros, pero mi búsqueda es lograr salirme de mi misma, despersonalizar todos mis prejuicios y hacerme válida sin la subjetividad que me precede. O tal vez no, tal vez el camino sea reflejar el mundo desde mi única mirada, desde mi sensibilidad siempre melancólica y reflexiva, desde mi banalidad cuestionada aunque evidente, desde la mirada con que los otros me han mostrado el mundo siempre hermoso y doloroso, siempre eterno y cambiante, desde este mar de dudas y de certezas que me dividen desde adentro.

¿Qué he aprendido?... ¿Qué puedo darle a los demás?... sólo la claridad de lo ilusioria que es la realidad, sólo la certeza que la vida solo es una y es ahora, solo la tranquilidad de ser en plenitud en cada momento, en la valía del instante en que todo se hace eterno si se logra entregar más allá de la circunstancia material que lo hace posible pero que solo adquiere sentido cuando se abre una pequeña ventana de aquello que es intangible, inefable y sublime. En resumidas cuentas la belleza del mundo expresada en la mirada, de cada cual, desde su infinita unicidad y complejidad, en el momento en que logra ser percibida por otro, en el momento en que el ser ontológico adquiere forma óntica y materializa el ser para capturarlo, como una imagen que quedará para siempre en el otro, como un sentimiento que no puede ser explicado pero no puede ser arrancado, como una huella indeleble en la piel del mundo, en la historia del universo que termina siendo la de cada uno de nosotros.

El peso del mundo no es más grande que que cada uno carga a sus espaldas, que las decisiones con que lo afrontamos y lo cambiamos. Es tal facil cambiar el mundo y tan dificil cambiarnos a nosotros mismos. Tal vez el camino será enterder que en esta eterna dualidad siempre existirá un camino divergente, siempre podremos escoger la felicidad, siempre el momento, siempre el ahora, siempre lo eterno, siempre nosotros, siempre el otro.

Aunque mi realidad parezca compleja, se que el fin ultimo de mi ser en este mundo es igual a la pregunta que infinidad de veces billones de personas se han preguntado... aunque algunos pasan por la vida sin preguntarse siquiera por sí mismos, mi búsqueda es trascender en la pregunta misma, aquella que me asalta a cada instante llenandome de respuestas plenas pero inconclusas, aquella que me vitaliza y me inspira, aquella que me permite entrever lo hermoso de las miradas divergentes y siempre válidas. Las formas de expresión cada vez son más amplias pero se tornan tan superficiales que no se si pueda comunicar algo verdadero realmente. Para lograrlo la opción será inventarnos a cada momento, la opción será construirnos con el otro, dejarnos afectar y conmover, dejarnos tocar y respirar a aquel que esta por fuera de nosotros, pero que a la vez nos hace visibles y necesarios en este mundo. Se que aunque este sea un mundo banal y prejuicioso, todavia hay personas que buscan algo más allá de lo evidente, que buscan en la contemplación ampliar sus percepciones sobre lo que este mundo nos ofrece pero sobretodo, lo que podemos ofrecerle al mundo desde nuestra unicidad, desde lo particular de nuestra creación de mundo- Tal vez con aquellas personas que se interesen en conocer un poco más del mundo que he creado pueda comunicarme realmente... y juntos podamos trascender.